Nosotros somos una pequeña parte de materia y una importante parte que no vemos: somos vacío, éter, y señales biomagneticas, las que sentimos, sabemos que existe, percibimos, pero no con los ojos.
Estas señales biomagneticas son producidas por pensamientos y sentimientos y generan en el cuerpo a través de las conexiones eléctricas, efectos neuro-bio-psico-inmunológicos.
La epigenetica, el medio ambiente y sus actuales contaminantes físicos, mentales y emocionales, los estresores internos, la alimentación y sus alergenos, las programaciones cerebrales previas que determinan cómo reaccionamos, y así…
Esto es lo que en la ciencia cuántica se llama el efecto observador, de cómo influye el observador (pensamiento-conciencia) sobre la materia.
Para entenderlo un poco más, recomiendo en YouTube un video animado llamado Dr. Quatum “el experimento de la doble rejilla”, con una duración de 4 min.
En resumen, la terapia cuántica se enfoca en la parte del cuerpo enferma y lo que manifiesta. La información de perfección que traíamos se distorsiona y así comienzan todas las enfermedades. Lo que hace la terapia cuántica es, a través de la conexión con la energía toroidal de polos positivos y negativos, re-informar a todo nivel: físico, mental y emocional.
Entonces el lenguaje neurocorporal cambia y por ende sus respuestas biológicas también.
La clave es la llamada función de onda, que es una herramienta matemática que describe el movimiento de una partícula como onda, no como punto estático según lo explicó Schrödinger: físico que inspiró la revolución biológica con su teoría que condensa en un mismo tratado ADN, átomos, e información genética (que la describe como una especie de código que determina el desarrollo de cada ser vivo) y manifiesta que la vida es química y es información.
Que la información se altera según el observador, siendo el observador en parte un cúmulo de experiencia y creencias con conciencia.
Esta información que carga el observador en forma de creencias altera el resultado de la bioquímica, como lo muestra el experimento de la rejilla anteriormente mencionado y en cuántica aplicada, afecta a los sistemas menores, generándoles distorsión de la información originaria.
La terapia cuántica entonces, a través de equipos especializados y sonidos basados en los conocimientos que tenemos hoy en mecánica cuántica, amplia la energía toroidal y la interacción de las cargas positivas y negativas para llevar a cambiar suavemente aquellas ondas (ya no partículas) distorsionadas, hacia su información primigenia y pura.